"Con ocasión de este siniestro + aniversario+, hacemos un llamamiento a todas las personas impulsadas por los principios de solidaridad y respeto mutuo y no por el odio y el rencor para que se unan a nosotros para llevarlos al reconocimiento de los prejuicios sufridos y para recordar a los decisores argelinos el peso de una responsabilidad total que sigue siendo pesada", indica CIEMA en un comunicado remitido, hoy lunes, a la MAP.
Este llamamiento está lanzado también con el objetivo de "establecer el reconocimiento de los prejuicios sufridos por miles de ciudadanos marroquíes víctimas de la expulsión en 1975 por el gobierno argelino, y de rehabilitar su dignidad "para que episodios tan dramáticos como éste (entre otros) no se repitan en nuestra historia", precisa el CIEMA.
En efecto, el Gobierno argelino, recuerda el comunicado, había tomado, el 8 de diciembre de 1975, la decisión de expulsar a miles de ciudadanos marroquíes legalmente establecidos en territorio argelino, señalando que estas personas, integradas desde hace decenios en Argelia, fundaron familias (sobre todo argelinas-marroquíes), tomaron las armas durante la guerra contra el ocupante y fueron expulsados, arbitrariamente y sin previo aviso, a Marruecos.
"La consigna se dio en el día de la Fiesta del Eid El Kebir, una fiesta que se convierte en un drama humanitario para los expulsados y sus familias", deplora el CIEMA, y añade que en este 45º doloroso "aniversario", las personas que vivieron esta expulsión, así como sus herederos, todavía se preguntan sobre estos hechos.
De hecho, son "personas de origen marroquí, obligadas a abandonar Argelia, expulsadas por este país que hicieron suyo porque habían vivido allí durante décadas y en su mayoría habían nacido allí". Un dolor inconmensurable, tanto más cuanto que la exacción fue cometida por los dirigentes de un país vecino, un país hermano", lamenta el Colectivo.
El CIEMA también subraya con razón que "aturdidos por sentimientos generalizados de vergüenza y/o voluntad de olvidar este doloroso pasado, las personas expulsadas de Argelia guardaron silencio, enterrando el trauma en lo más profundo de su ser antes de que fuera enterrado con ellos".
Sus hijos y nietos se han hecho cargo del tema, convirtiéndose, a sus ojos, en un acto fundador de su memoria y su pasado, señala el CIEMA, indicando que "ellos también guardan huellas de esta expulsión pero, a diferencia de sus ascendientes, les mueve una fuerte voluntad de que se reconozcan estos hechos para rehabilitarse en su historia, en su sufrimiento y, por tanto, en el de sus seres queridos desaparecidos".
Refiriéndose a derechohabientes que también han vivido esta tragedia humanitaria, el CIEMA señala que han sacado a la luz la tragedia, a través de asociaciones o actos individuales, mediante sus testimonios, sus escritos y sus diversos llamamientos.
"Los acontecimientos de diciembre de 1975 son, hoy en día, conocidos por el público en general y por los organismos internacionales que se han ocupado de la cuestión, como el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y el Comité para la Protección de los Trabajadores Migrantes", afirma inequívocamente el comunicado.
El comunicado afirma además que los reconocimientos mencionados son "importantes" pero siguen siendo en gran medida "insatisfactorios", "insuficientes" y "fragmentados".