"A pesar de los esfuerzos consentidos, todavía no hemos ganado la batalla a esta pandemia. Vivimos momentos difíciles y sin precedentes para todos", subrayó el Soberano en un discurso a la Nación con motivo del 67° aniversario de la Revolución del Rey y del Pueblo.
Destacando que Marruecos ha sido un ejemplo, tanto por el respeto de las medidas de protección como por los buenos resultados que ha conseguido durante el periodo del confinamiento, Su Majestad el Rey dijo que “nos hemos sentido orgullosos de cuanto hemos hecho, particularmente con relación a la baja mortalidad y al reducido número de infectados, en comparación con muchos países”.
En su discurso, el Soberano recordó que en este mismo día del año 1953, “la voluntad común de Nuestro llorado abuelo, Su Majestad el Rey Mohammed V y de su Compañero de Lucha, Nuestro llorado padre, Su Majestad el Rey Hassan II, Dios tenga a ambos en su Santa Misericordia, coincidió con la voluntad del pueblo marroquí para llevar adelante la revolución histórica de rechazo de los proyectos de la colonización”.
Tales imborrables posturas y acontecimientos, que prueban la fuerte cohesión entre Trono y pueblo, para hacer frente a las distintas dificultades, se han dado con bastante frecuencia en la historia de Marruecos, subrayó Su Majestad el Rey antes de señalar que son los mismos principios y valores, el mismo compromiso y la misma movilización colectiva, que en el día de hoy han manifestado los marroquíes, sobre todo durante la primera etapa de la lucha contra la pandemia de la Covid-19.
El Soberano lamentó que, con el desconfinamiento, “hemos observado que el número de afectados crece de manera ilógica”.
Así pues, “hay quien cree que el desconfinamiento significa el final de la enfermedad, y mucha gente se comporta con inaceptable relajamiento”, lamentó Su Majestad el Rey, antes de agregar que “hay quien pretende que esta pandemia no existe”.
El Soberano insistió en que «esta enfermedad es una realidad, y quien diga lo contrario, no sólo se perjudica a sí mismo, sino que también pone en peligro a su familia y a las demás personas”, añadiendo que “esta enfermedad no hace diferencia entre los habitantes de las ciudades y los del campo, ni entre niños, jóvenes y ancianos”.
En realidad, una elevada proporción de personas no respetan las medidas preventivas sanitarias, tomadas por las autoridades públicas, como puede ser el uso de la mascarilla, el mantenimiento del distanciamiento social y la utilización de los medios de higiene y de desinfección, lamentó SM el Rey.
“Si al menos se careciera de medios de prevención en el mercado, o que su precio fuera elevado, en estos casos se entenderían dichos comportamientos. Sin embargo, el Estado ha procurado aportar en abundancia estos productos y a precios muy razonables”, dijo el Soberano para recordar que el Estado ha subvencionado el precio de las mascarillas y ha estimulado su fabricación en Marruecos, justamente para que estén al alcance de todos.
Para Su Majestad el Rey, se trata de un comportamiento carente de todo celo patriótico y del menor sentido de solidaridad. “En efecto, el patriotismo exige, ante todo, velar por la salud y seguridad de los demás; del mismo modo que la solidaridad no sólo consiste en el apoyo financiero, sino más bien en asumir el compromiso de no propagar la epidemia entre la gente.
“Tal comportamiento se opone asimismo a los esfuerzos desplegados por el Estado que, gracias a Dios, ha conseguido aportar su ayuda a numerosas familias que perdieron su fuente de ingresos”, subrayó Su Majestad el Rey para agregar que, sin embargo, esta ayuda no puede perdurar de manera indefinida ya que, en término de medios y de posibilidades, el Estado ha dado más de lo que tiene.