He aquí el texto completo del Mensaje Real, leído por el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional, Nasser Bourita:
“Loor a Dios, la oración y el saludo sean sobre nuestro señor enviado de Dios, su familia y compañeros
Su Excelencia Sr. D. Cyril Ramaphosa, Presidente de la República de Sudáfrica,
Señoras y Señores, Jefes de Estado y de Gobierno,
Sr. Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas,
Excelencias, Señoras y Señores,
El llorado Nelson Mandela, antes que nada, encarna valores e ideales humanos de los más nobles, como pueden ser la paz, el perdón, la resiliencia, la humildad y la integridad.
El mundo le guarda estima y afecto por sus justas y necesarias luchas; le admira por la fortaleza de su carácter, su preocupación por los más frágiles y el compromiso asumido, a lo largo de su vida, contra la discriminación y las desigualdades.
Nelson Mandela es también y sobre todo una fe inquebrantable en las virtudes del diálogo, la paz y la tolerancia.
Madiba tuvo, desde luego, un capítulo marroquí en su rica vida. Le animaba un sincero afecto y una profunda estima por Mi llorado Padre, Su Majestad el Rey Hassan II, que Dios le tenga en Su Santa Misericordia.
Este recíproco afecto, tuvo su origen en el apoyo incondicional brindado por Marruecos a los Movimientos de Liberación Africanos. Esta fue una postura constante bajo los reinados de Mi llorado Abuelo, Su Majestad el Rey Mohammed V y de mi difunto Padre, su Majestad el Rey Hassan II, quienes abrieron el territorio nacional a todos los movimientos de liberación africanos que, cuando buscaban ayuda y apoyo, utilizaban el Reino como base militar y política.
Como líder del Congreso Nacional Africano, Nelson Mandela sabía que podía contar con el apoyo de Marruecos.
Entre 1960 y 1962, residió en Marruecos, donde pudo beneficiarse de la oferta militante y del apoyo del Reino en su legítima lucha. Este apoyo multiforme y continuo durante los años de lucha del movimiento nacional sudafricano se reflejó en la formación de los militantes del ANC en la región de Uxda, la ayuda y apoyo logístico y militar al ANC, como sostén de las actividades diplomáticas del Movimiento de Nelson Mandela a escala internacional.
Si recordamos estos hechos, no es para proclamar alto y fuerte el papel principal de Marruecos en la asistencia a Mandela, sino especialmente para recordar la convergencia de nuestras dos historias y el sentido de nuestro compromiso común, un compromiso que debería continuar ahora.
Como reconocimiento de esta valiosa ayuda, Nelson Mandela decidió viajar a Marruecos, en noviembre de 1994, para mostrar su inquebrantable solidaridad con el pueblo marroquí. ¿Acaso habría que recordar que con esta ocasión, fue condecorado por Su Majestad el Rey Hassan II, que Dios tenga en Su santa Misericordia, con la más alta distinción del Reino, en testimonio de su lucha excepcional por la igualdad y la justicia?
Excelencias,
Señoras y Señores,
Nelson Mandela encarnaba no sólo la lucha de un pueblo, sino también la de todo un continente: Nuestra África. Chantre de los principios de equidad, probidad y moral universal, formaba parte de la clase de dirigentes africanos aferrados al respeto de los valores y grandes principios humanistas.
Su postura a favor de la preservación de la soberanía nacional le otorgaba el estatuto de apóstol de la paz y de la comprensión entre las naciones, lejos de las vicisitudes, avatares, cálculos y divisiones malsanos. Ante las sirenas del separatismo y de cualquier forma de inestabilidad, Mandela, consciente de que el desarrollo de nuestro continente pasaba por la integridad territorial de los Estados que lo componen, oponía la unidad.
Mandela, el político, se distinguirá siempre por la ponderación de sus juicios; sus grandes decisiones nunca eran apresuradas, y encarnaba indudablemente un modelo de sabiduría que sus sucesores van a perpetuar. Los valores que representaba con un coraje infalible son aquellos que firmemente abrazamos, y serán para siempre los vivaces vectores de nuestra acción política y ciudadana en el seno del Reino, en el continente africano y en todo el mundo.
Nelson Mandela nos ha enseñado que en ningún caso hay que parar de dialogar y negociar, cualquiera que fuese la profundidad de las divisiones o malentendidos. Mientras que nosotros, por el contrario, aun cuando la paz estaba al alcance de la mano, con demasiada frecuencia, la dejábamos escapar.
Excelencias,
Señoras y Señores,
Con su humildad incondicional, Nelson Mandela fue una figura universalista que encarnaba una determinada visión del mundo. Esta inmensa personalidad, indiscutiblemente, forma parte de aquellos hombres universales con un destino local, nacional, continental e internacional. Así pues, incumbe a la Organización de las Naciones Unidas defender y preservar este ideal para dar forma a la noble visión deseada por Mandela, la misma a la que dedicó su vida y su obra.
Icono de la reconciliación, el llorado Mandela no cejó de invitarnos a una introspección colectiva de los valores humanistas que defendió y a la superación de nuestras divisiones, ya sean políticas o económicas, sabiendo cómo trascenderlas de la manera más apropiada.
Al mal del racismo opuso la liberación; a la división, la unidad; y ante los peligros de la fragmentación y la marginalización, optó por la unión, defendiendo constantemente el progreso y la prosperidad, en lugar del subdesarrollo y el aislamiento.
He aquí los valores que quiso compartir en su discurso del Premio Nobel de la Paz, que representan la quintaesencia de su obra en el mundo de hoy.
Precisamente estas nobles razones son las que hacen que, reunidos aquí y ahora, todos consideremos su ausencia tan incomprensible, por lo que celebramos su nacimiento; uno de esos nacimientos que toda la humanidad aprecia; un nacimiento que la humanidad debe de nuevo a África.
Muchas gracias.
Wassalamou alaikoum warahmatoullahi wabarakatouh".