Estas sacudidas, que son vibraciones sísmicas, son una respuesta de la corteza deformada de la región, que afecta a una zona concreta, con una migración de la actividad sísmica de una zona a otra y una sismicidad débilmente sentida, explicó el experto en una declaración a la MAP.
Jabour indicó que el ING está equipado con sensores sísmicos que permiten observar los pequeños seísmo que son cientos, mientras que los que se sintieron esta semana no superan una docena.
Estos "pequeños choques" vienen a rellenar los huecos que no se activaban antes en la región, lo que es un "fenómeno normal", explicó.
Señaló que se llevarán a cabo estudios estadísticos para ver si hay un descenso de la media general, un estancamiento de los seísmos o una tasa constante de sismicidad.